El 18 de noviembre de 1983, Carlos Castro Madero, entonces presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, anunció que Argentina había obtenido la tecnología para enriquecer uranio, cuyo objetivo era la fabricación de elementos combustibles para reactores nucleares de potencia y de investigación dentro de las fronteras del país. Según el físico Mario Mariscotti, “por sus características particulares, este logro ilustra como ningún otro la cualidad del programa atómico de contribuir a la ‘autonomía de la Argentina como Nación soberana’, como decía Jorge Sabato, uno de los artífices del objetivo de lograr la capacidad de tomar decisiones independientes”.
Existen muchas razones para considerar Un diablo en Pilcaniyeu, de Eduardo Santos, como un texto invalorable. Entre ellas, porque es necesario insistir en que el desarrollo tecnológico se encuentra entre los grandes problemas de Argentina y de los países de la región. Pero también porque presenta, a través del testimonio de primera mano de uno de los protagonistas del “Proyecto de Pilca”, todas las lecciones relevantes que pueden extraerse del desarrollo de una tecnología estratégica, desde las primeras consultas en la biblioteca del Instituto Balseiro sobre cómo enriquecer uranio hasta, cinco años más tarde, la puesta en marcha de la planta de producción. Dice Santos: “El libro es un intento de demostrar, a través de los hechos, los protagonistas y la ideología que nos impulsaba, cómo en Argentina se puede construir cosas nuevas aun en condiciones adversas, cómo la creatividad de nuestra gente puede compararse satisfactoriamente con la de otros pueblos, cómo es posible recuperar el espíritu pionero y de progreso de nuestros abuelos. […] Lo hicimos y otros podrán volver a hacerlo”. Finalmente, estas “memorias tecnológicas” ayudan a comprender la conexión entre el “Proyecto de Pilca” y la exportación de reactores nucleares de investigación, los radares primarios y secundarios, y los satélites geoestacionarios.
Contenido Prefacio, Diego Hurtado Prólogo | Prometeo en la fragua de Vulcano, Maximiliano Gregorio-Cernadas Presentación 0 | Breve historia del enriquecimiento de uranio 1 | Cómo se llegó a “lo que ya sabés” 2 | La unidad de Demostración de Difusión Gaseosa 3 | Sobre el secreto en un proyecto civil 4 | Las primeras mediciones 5 | La llegada a Pilcaniyeu 6 | La construcción de Pilca 2 7 | La novela negra de la CNEA 8 | La planta industrial y el laboratorio 9 | Interludio en Bonn 10 | Por fin, 60 kilos de hexa 11 | Las puertas del Mercosur 12 | Pilcaniyeu bajo salvaguardias Conclusión Epílogo | Veinte años no es nada Referencias bibliográficas El grupo de Pilca
El autor Eduardo Santos es licenciado en Física por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. En 1976 fue designado jefe del Departamento de Investigación Aplicada de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Desde este puesto, a partir de 1978, realizó tareas de gestión y representación técnica en el Proyecto de Enriquecimiento de Uranio, del cual fue designado gerente entre 1984 y 1990. Hasta 1993 fue gerente de I+D del ciclo de combustible y participó como miembro del grupo argentino que negoció con Brasil y el Organismo Internacional de la Energía Atómica la aplicación de salvaguardias mutuas a sus instalaciones nucleares sensibles. Fue presidente de la CNEA de 1995 a 1998. Actualmente se desempeña como asesor independiente para el desarrollo de tecnología de separación isotópica mediante láseres.